La calidad de la uva de mesa no depende únicamente del calibre, firmeza y uniformidad de las bayas, sino también de la integridad de la unión entre la baya y el pedicelo, la cual asegura un adecuado abastecimiento hídrico y de fotoasimilados durante el crecimiento y maduración. A nivel fisiológico, esta conexión depende del correcto desarrollo de los haces vasculares que unen el raquis con cada pedicelo y, a través de éste, con la baya. Esta estructura, visible al desprender una baya y observar el pedicelo unido a ella, corresponde a los haces vasculares pedicelo–baya, también denominados en inglés “vascular brush”. El establecimiento y funcionalidad de esta conexión está estrechamente regulado por hormonas vegetales, siendo las auxinas (principalmente el ácido indol-3-acético, AIA) las más determinantes en este proceso.
Numerosos estudios en plantas vasculares han demostrado que las auxinas cumplen un rol central en la inducción de la diferenciación de xilema y floema. Según Aloni (2010), la polaridad del transporte de auxinas desde el órgano fuente (yema, flor, hoja joven) hacia el eje vascular dirige la formación de procambium y posteriormente de haces vasculares funcionales. En uva de mesa (Vitis vinifera), se ha observado que niveles adecuados de auxinas en los tejidos florales y de la baya en desarrollo son críticos para la correcta formación de la conexión entre el pedicelo y la baya (Ojeda et al., 2009).
Las auxinas no solo promueven la proliferación de células vasculares, sino también la lignificación y maduración de los tejidos vasculares, lo que asegura la continuidad de flujo de agua y fotoasimilados. Esto explica por qué racimos con baja actividad auxínica en etapas tempranas presentan pedicelos débiles, haces vasculares pedicelo–baya poco desarrollados y, en casos extremos, bayas con predisposición al desprendimiento pre y postcosecha.
Durante esta etapa ocurre la diferenciación inicial de tejidos vasculares en el pedicelo y su conexión con la baya a través del raquis. Niveles altos de auxinas, provenientes de las flores fecundadas y bayas recién cuajadas, actúan como señales de traslocación de fotoasimilados, promoviendo el crecimiento celular y la consolidación del sistema vascular.
El incremento en la demanda de agua y nutrientes requiere una rápida expansión y maduración del xilema y floema. Las auxinas, en interacción con giberelinas y citoquininas, aseguran la continuidad de la conexión entre pedicelo y baya, evitando cuajas débiles y promoviendo un vascular brush robusto y visible.
Aunque en esta etapa los niveles de auxinas endógenas en la baya disminuyen naturalmente, aún se requiere mantener cierta actividad para asegurar la integridad del vascular brush antes de la transición a la maduración. Un déficit de auxinas en este momento puede derivar en bayas con pedicelos frágiles, predisposición a “berry drop” y menor vida de poscosecha.
La formación de los haces vasculares pedicelo–baya (vascular brush) en uva de mesa es un proceso determinante para la calidad final del racimo y la vida de poscosecha de la fruta. Este proceso depende directamente de la acción de las auxinas en la inducción y maduración de los haces vasculares que conectan el pedicelo con la baya a través del raquis. Los momentos fisiológicos más sensibles son la floración/cuaja y la fase de crecimiento inicial de la baya, donde la promoción de la síntesis y transporte de auxinas asegura un vascular brush robusto, capaz de sostener el abastecimiento de agua y nutrientes durante todo el ciclo.
Un manejo nutricional, hormonal y fisiológico que favorezca la actividad auxínica en estas etapas críticas es esencial para optimizar la calidad de racimos en uva de mesa, asegurar firmeza, reducir desprendimiento de bayas y prolongar la vida de poscosecha.