El análisis de almidón en yemas florales de palto constituye una herramienta sencilla pero poderosa para conectar la fisiología de la planta con la gestión agronómica. Su aplicación permite comprender el estado energético del árbol al inicio de la temporada y anticipar la magnitud de la floración, la estabilidad de la cuaja y la calidad de la fruta. De este modo, se transforma en un indicador clave para orientar decisiones de fertilización, poda, manejo de alternancia y planificación de cosechas, con impactos directos en la productividad y rentabilidad del cultivo.
El palto (Persea americana Mill.), especialmente en la variedad ‘Hass’, presenta una marcada alternancia productiva asociada al balance entre crecimiento vegetativo, floración y cuaja. Este balance depende en gran medida de las reservas de carbohidratos acumuladas durante el otoño e invierno, principalmente en forma de almidón. Dichas reservas se movilizan al inicio de la primavera para sostener la brotación y el desarrollo de las inflorescencias. El análisis de yemas permite cuantificar el contenido de almidón en estados fenológicos tempranos, constituyendo un indicador fisiológico del potencial de floración, cuaja y producción de la temporada (Tapia & Kalazich, 2010; Whiley & Wolstenholme, 1990).
En frutales subtropicales como el palto, el mango o los cítricos, el ciclo productivo está determinado por la capacidad de la planta de acumular y movilizar reservas de carbohidratos. El almidón, almacenado en yemas, madera y raíces durante el otoño e invierno, constituye un “capital energético” crítico al inicio de la temporada. Aunque estos frutales son de hoja persistente y mantienen fotosíntesis durante todo el año, las hojas presentes al final del invierno suelen ser de edad avanzada, con capacidad fotosintética limitada (Whiley & Wolstenholme, 1990; Scholefield et al., 1985). En consecuencia, durante la brotación y floración, las reservas de almidón actúan como un soporte indispensable para complementar el aporte de carbono que la fotosíntesis no puede cubrir completamente en esa etapa de alta demanda (Lahav & Trochoulias, 1982).
Un aspecto central en la fisiología de estos frutales es la competencia por carbohidratos entre órganos en desarrollo. Las yemas florales, las hojas emergentes y los frutos recién cuajados actúan como fuertes sumideros que demandan energía y carbono en cantidades simultáneamente elevadas. Cuando las reservas son limitadas, se establece una jerarquía en la asignación: las yemas y hojas jóvenes suelen tener prioridad inicial para asegurar la capacidad fotosintética futura, mientras que los frutos en formación quedan más expuestos al aborto (Whiley & Wolstenholme, 1995). En cambio, cuando el nivel de almidón en yemas y ramas es alto, la planta logra abastecer de manera equilibrada a todos los órganos en competencia, resultando en una floración vigorosa, mejor cuaja y mayor número de frutos retenidos (Tapia & Kalazich, 2010).
La magnitud de estas interacciones ha sido documentada extensamente en frutales subtropicales. En palto, temporadas con alta carga frutal previa reducen drásticamente la acumulación de almidón en yemas, comprometiendo la floración siguiente y favoreciendo la alternancia (Whiley & Wolstenholme, 1990). De manera similar, en cítricos se ha demostrado que la fuerte demanda de frutos en crecimiento limita la acumulación de reservas y reduce la inducción floral del año siguiente (Lahav & Trochoulias, 1982). Esta dinámica refleja que la planta funciona como un sistema de economía interna, en el cual la disponibilidad y distribución de carbohidratos determinan el balance entre crecimiento vegetativo, desarrollo reproductivo y calidad de la fruta.
En este contexto, el análisis de yemas para cuantificar almidón se convierte en una herramienta de diagnóstico privilegiada, ya que refleja el nivel real de reservas con que el árbol inicia la temporada y anticipa el grado de competencia que se establecerá entre órganos en desarrollo.
Para obtener información confiable, es fundamental definir el momento y el tipo de yema a muestrear. Las investigaciones realizadas en Sudáfrica (Whiley & Wolstenholme, 1990, 1995), Israel (Lahav & Trochoulias, 1982) y Chile (Tapia & Kalazich, 2010) coinciden en que el muestreo debe realizarse al final del invierno, cuando las yemas florales se encuentran cerradas y en estado de ecodormancia. En esa fase, las reservas de almidón aún no han sido movilizadas hacia el proceso de brotación y se conserva una medida representativa del capital energético acumulado durante la temporada anterior.
El muestreo generalmente se efectúa en brotes de un año, localizados en la parte media de la copa, y se recomienda recolectar entre veinte y treinta yemas por árbol, de al menos ocho a diez árboles representativos por cuartel. De esta manera se conforma una muestra compuesta que refleja la heterogeneidad del huerto. Algunos trabajos incluso han sugerido la recolección de hasta 200 yemas por cuartel para asegurar un alto grado de representatividad (Scholefield et al., 1985).
Los valores de almidón determinados en yemas florales permiten establecer umbrales fisiológicos útiles para la interpretación agronómica. Se ha descrito que concentraciones inferiores a 20 mg/g de materia seca corresponden a una condición crítica, en la cual la brotación y la floración suelen ser escasas y desuniformes. Entre 20 y 40 mg/g se observan floraciones moderadas, aunque con mayor susceptibilidad a factores de estrés hídrico o nutricional. En cambio, niveles entre 40 y 60 mg/g son considerados óptimos y reflejan un buen estado fisiológico del árbol, lo que se traduce en floración vigorosa, cuaja más estable y frutos con mejor potencial de calidad. Valores superiores a 60 mg/g son poco frecuentes y suelen encontrarse en huertos que tuvieron baja carga productiva la temporada previa, acumulando mayores reservas de carbono (Whiley & Wolstenholme, 1990; Tapia & Kalazich, 2010).
El análisis de yemas en palto ofrece ventajas notables como herramienta de manejo. Permite anticipar el comportamiento productivo de un huerto antes de la floración, entregando información valiosa para ajustar decisiones de fertilización, aplicación de bioestimulantes o reguladores de crecimiento, y estrategias de poda o raleo (Whiley & Wolstenholme, 1995). Asimismo, ayuda a comprender los efectos de la carga frutal de la temporada anterior sobre la acumulación de reservas y a planificar medidas correctivas que reduzcan la alternancia productiva (Tapia & Kalazich, 2010).
Desde la perspectiva de calidad, árboles con reservas adecuadas en sus yemas suelen producir frutos de mayor tamaño, mejor llenado de pulpa y mayor vida de poscosecha, mientras que aquellos con reservas críticas presentan frutos pequeños, menos consistentes y más susceptibles a desórdenes fisiológicos (Scholefield et al., 1985). Por ello, la determinación de almidón en yemas se convierte en un eslabón fundamental dentro de los programas modernos de diagnóstico y manejo integral del cultivo.
| Autor / Año | Tipo de yemas | Estado fenológico al muestrear | Cantidad recomendada | Observaciones |
|---|---|---|---|---|
| Whiley & Wolstenholme (1990) S. Afr. Avocado Growers’ Assoc. Yearbook |
Florales y vegetativas | Yemas cerradas, en ecodormancia antes de brotación | 20–30 yemas por árbol, en varios árboles | Recomiendan muestreo en ramas de 1 año, parte media de copa |
| Whiley & Wolstenholme (1995) Handbook Env. Physiology of Fruit Crops |
Florales | Yemas florales en estado latente/ecodormancia | Mínimo 200 yemas por cuartel | Sugieren integrar varias submuestras para mayor representatividad |
| Lahav & Trochoulias (1982) Aust. J. Agric. Res. |
Apicales y laterales | Yemas cerradas, previas a diferenciación visible | 20 yemas por árbol en ≥8–10 árboles | Se usaron en ensayos de reservas y floración |
| Scholefield et al. (1985) Scientia Hortic. |
Terminales y axilares | Latentes y en transición a florales (ecodormancia) | Submuestras de decenas de yemas | Seguimiento de carbohidratos durante todo el ciclo |
| Tapia & Kalazich (2010) Boletín INIA La Cruz N° 240 |
Florales | Yemas cerradas (latencia/ecodormancia, fines de invierno) | 20–25 yemas por árbol en ≥10 árboles | Ensayos en Chile con palto Hass, orientado a reservas y poscosecha |